Album de recuerdos - Sol de otros días.

jueves, 3 de marzo de 2011

Playa Sur

Los veranos de playa son bellos recuerdos de mi niñez. Ir a la playa y pasar el día ahí era lo más emocionante que podía hacer en el fin de semana. 
La playa a la que acudíamos se llama, o llamaba, Playa Sur. Estaba localizada al sur de la ciudad en dirección hacia el faro. Aún se encuentra ahí, pero ya no existe como la conocí, ya que experimentó muchos cambios con el transcurso de los años. 
Esta playa estaba bajo el mar a principios del siglo XX. La antigua línea costera llegaba hasta lo que hoy es conocida como la avenida Miguel Alemán, antes llamada avenida Pacífico, la misma que arranca desde el recinto de muelles fiscales y va a fenecer en el extremo sur del Paseo Olas Altas, lugar de reunión obligado en el carnaval.
Cómo llego a extenderse la línea costera a más de un kilometro mar adentro es algo de lo que no tengo conocimiento. Cuando tuve uso de razón y acudí a esta playa consciente del lugar en el que me hallaba, ya ésta se encontraba a casi dos kilómetros de distancia de la citada avenida.
¡El lugar era en extremo agradable! Constaba de una amplia playa que se extendía unos 700 metros de longitud. La distancia entre la línea de calle y el mar variaba entre unos 20 a 40 metros y el acceso era fácil y seguro. 
La playa estaba dividida por una pequeña escollera, quizás de 40 metros de longitud, dejando una sección menos amplia de aguas calmas para los bañistas que no se sentían muy seguros y una un poco más amplia y profunda para aquellos que gustaban de aventurarse en las aguas. La primera se hallaba a la izquierda, situados viendo al sur, mientras que la segunda esta a la derecha. Particularmente nos atraía más la sección derecha de la playa, pues había más gente divirtiéndose en ella, muchos de ellos jóvenes y adultos.
Al frente de esta playa, aproximadamente unos 600 metros de distancia, hay una escollera que protege a los navíos que ingresan al puerto. Es esta escollera la responsable de minimizar los efectos del mar y propiciar un recinto de aguas calmas, que muchos disfrutábamos.
La terminal de transbordadores no se hallaba en el lugar que ahora está situada. Su localización estaba hacia el Este, sobre el brazo de mar que se interna en la ciudad y que sirve de puerto y refugio para las embarcaciones. Era una terminal pequeña y muy sencilla.
A mediados de los años de 1970 la terminal cambio de lugar para situarse cerca de la escollera frente a Playa Sur. Para ello fue necesario ganarle terreno al mar utilizando el extremo derecho de la playa como punto de partida para lo que después sería el área de estacionamiento de la terminal de transbordadores.
Esta operación materialmente destruyó Playa Sur y nos arrebato de un lugar de juegos y esparcimiento dejándonos solo la pequeña sección de playa de la derecha para disfrutarla en los veranos.
¡Fue triste ver como desaparecía la playa!. En su extremo derecho solía haber varias palapas que ofertaban comida y refrescos a la gente que la visitaba, además, existía ahí una gran resbaladilla de metal que era nuestra delicia. El calor inclemente y la elevada temperatura que adquiría el metal no podía detenernos cuando de trepar y resbalar se trataba. Muchos, en ese caso, nos dábamos un chapuzón antes de subir, suponiendo que eso nos haría resbalar más fácilmente y que la humedad también nos protegía de la alta temperatura que adquiría la resbaladilla al Sol.
Una multitud solía congregarse frente a la playa, siempre atendida por una gran cantidad de viandantes que ofrecían desde paletas heladas hasta dulces, pasando inevitablemente por curiosidades, toallas y hamacas. Nuestro interés se centraba en las paletas. El calor y la sal nos producían mucha sed, así que si no llevábamos nuestra agua, cosa que usualmente no hacíamos, teníamos que proveernos de paletas o refrescos. Ocasionalmente un trozo de sandia o de jícama en limón y chile piquín podían ser una buena opción. 
Con la construcción de la terminal de transbordadores Playa Sur dejo de existir como tal. Perdió todo su atractivo y gradualmente fue abandonada. La sección izquierda de la playa empezó a desaparecer producto de algunas construcciones que se hicieron. La primera que recuerdo fue “La Puntilla”, un área dedicada a la adoración de María del Mar, patrona de los pescadores. Se denominaba la puntilla por que se edifico primero una pequeña escollera que se internaba unos 40 o 50 metros en el mar, luego se preparo el área sobre ella y se creó un andador sobre el cual se edificio la base y se coloco la escultura.
Posteriormente se añadieron otras construcciones, como un recinto para el desembarque de personas que vienen en cruceros turísticos. Ya había uno, el recinto fiscal, pero este otro recinto vino a desfogar un poco el apretado espacio del antes citado y a darle una bienvenida más grata al turista, que ya no tenía que sortear bultos, vagones de tren, personas y maquinaria muy comunes en el recinto cuando se manejaban los grandes barcos de carga.
Fue así como desapareció Playa Sur. Lo que antes era una atractiva playa de aguas calmas se convirtió en un pequeño brazo de arena de la sección izquierda apretado entre las construcciones que se hicieron.
No es que fuera la única playa en la ciudad. Era quizás la más segura entonces pues sus aguas calmas invitaban a pasar un buen día en el mar. Cuando íbamos a la playa me la pasaba todo el tiempo metido en sus aguas. Tendría menos de siete años entonces, ya que aún no iba a la escuela primaria. Recuerdo bien la sensación que me dejaba el ir a la playa. Aparte de la “soleada” que nos dábamos –no usábamos bloqueador alguno- nos quedaba por horas la sensación del movimiento de las olas en el cuerpo. No sé si alguno ha experimentado esto; un movimiento repetido, que cuando cesa tienes la sensación corporal de que aún se está produciendo. Ese era el resultado de un día de playa.
Andando los años supe de algunas historias que ahí ocurrieron, algunas con raíces más profundas de lo que yo pensaba.

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